jueves, 3 de enero de 2008

Vacío

Podría decir que tenía miedo. Le tenía miedo.
Estar sobria es deprimente y no poder atreverme por mi sobriedad, me desesperaba. Era una oportunidad para dejar de lado la congoja que se apoderaba de mí.
Ella me decía eso, pero yo sabía que era mentira. Ya lo había intentado antes y me había desilusionado al saber que en realidad no se olvida. No se puede olvidar.
P.V. me insistía y me ofrecía cerveza. Tenía que rechazarlo: no me gusta la cerveza. "Pero te pone", decía con esa voz que me hacía recordar aquel amor del pasado, ella, solo con la diferencia de ese acento peculiar que empecé a amar sin razón. A PV no le gustaba verme tan callada, quería que de verdad sea yo misma.
Pero no sabía quién era ni lo sé aún.
¿Qué podría hacer?
Dentro de mí, sentimientos habían empezado a pelear entre ellos para hacerme reaccionar.
Tenía miedo, pero no sabía por qué.

Recordaba aquella vez en el departamento de A. Consideré que pasaría un momento divertido, con algunos tragos y muchas ganas de volver a estar juntas, pero en ese momento, en la finalidad de cualquier encuentro sexual, pensé en ella en aquel juego en el que cada una decíamos que nos amábamos más.

Tenía miedo de volver a pensar en ella.
PV ya se había tranquilizado y solo estaba sentada a mi lado apoyando su cabeza en mi hombro. Hablaba sobre una de sus amigas locas, no la escuchaba, solo me gustaba que me tomase de la mano y jugase con mi dedos.
"¿La amas aún?", me preguntó y sentí que ella me lo hubiese preguntado, pero eso no podría ser, a ella ya no le importa lo que sienta.
"Sí", respondí y quise llorar. Respiré profundamente y detuve mis lágrimas.
"Sabes que no vale la pena seguir pensando en ella", me dijo y sentí que ella me estuviese hablando. Asentí e hice que volviera a poner su cabeza en mi hombro.

...

1 comentario:

Anónimo dijo...

ni sexo ni trago ni drogas te van a hacer sentir mejor

solo tu puedes hacer eso