lunes, 7 de abril de 2008

Reflexiones de lunes

Recuerdo que la clase pasada de Sociología, el profe se dedicó a explicar qué era el "hecho social". Y quienes no habíamos leído la lectura de Durkheim, no lo entendimos ni mierda. Cuando leí las explicaciones de Durkheim, entendí todo.
Hoy, de repente, salió el tema de la boda de Juan Diego Flores. Sí, la fastuosa boda del reconocido tenor. Hay tantas cosas qué decir acerca de ese..."fenómeno" que se vio aquel día, especialmente, de la gente. ¡La gente! Pero no sólo la gente, también la actitud del presidente, del alcalde de Lima, de Cipriani...
No quiero decir si me pareció bien o mal. Esas son cuestiones personales y en opiniones como esas siempre hay quien disienta de otro. Pero lo que me gustaría es analizar el por qué de todo, verlo como un problema sociológico (tantas clases de sociología me tienen así, alucinen).
Hay una cuestión importante: el hecho de que se haya casado en Lima. Concurrió una infinidad de gente a la Plaza de Armas, aplaudió, gritó, celebró como si fueran parte de la boda. Pero ¿y qué tal si se hubiesen casado en Europa? Obviamente, también hubiese sido importante y abarcado por los medios, pero la gente no hubiese estado ahí, no hubiesen hecho sentir como si aquella boda fuese un gran acontencimiento. De hecho, casarse en Lima fue una ventaja (además de ser un "sueño" de Juan Diego). La gente lo trató como si fuese la máxima representación de la realeza. En serio, sentí que había retrocedido siglos, que la gente que se amontonaba en la Plaza de Armas eran aquellos del pueblo y Juan Diego Flores y Julia Trappe eran los reyes que contraían matrimonio. Sólo faltaba la carroza tirada por caballos y el vestuario de aquellas épocas.
Bueno, hay tanto más. Escuché en clase una versión politizada de la boda y hubo quien criticó al cardenal. También quienes defendían argumentando que Juan Diego es un personaje que nos ha representado en el mundo u otros que decían que estaba bien que fuese importante, pero por qué hacer tan pública una boda... etc.
Lo único que me llamó la atención de ese suceso fue la gente, como ya dije. ¿Por qué tanta gente fue a "ver" la boda (porque ni siquiera pudieron ver, ya que estaban fuera y tampoco alcanzaban adentro porque eran demasiados)?
No quisiera ser tan pesimista con mis comentarios, ni "anti-peruana" (la gente suele decir eso cuando no alabas lo que es peruano); de hecho, digamos que admiro a Juan Diego Flores por su gran talento y su reconocimiento mundial. Pero es que yo me preocupo por la gente. ¡La gente! Nosotros, que no somos famosos ni nada. Hay algo en nuestra sociedad que me...perturba, pero es algo que es parte de nosotros, como nuestra "personalidad", así que no podemos cambiarlo, incluso, creo que es necesario.
¿Cómo explicar a qué me refiero? Es esa sensación que tengo que nosotros, como peruanos, necesitamos de personas famosas que triunfan en el extranjero para sentirnos bien, para sentirnos peruanos. Somos patriotas por conveniencia. No todos obviamente, yo no me creo patriota por conveniencia, estoy dispuesta a "entregarme" por el Perú. Creo que ahora muy pocos dicen con orgullo: "Soy peruano". Aparte porque nosotros mismos nos hemos creado una mala imagen en el mundo y pretendemos mejorar esa imagen con la gente famosa que sale de nuestro país. Bueno, creo que tampoco nadie diría con orgullo en el extranjero: "Soy peruano" cuando acaba de robar o cometer cualquier otro delito. Es que me jode la gente así. Me caga cuando veo en las noticias que tal peruano hizo algo en cierto país, me caga, quisiera que le quiten la nacionalidad peruana y que se joda.
Desgraciadamente, la gente (o sea, nosotros) seguirá diciendo que el Perú es un país de mierda, se sentirá orgullosa por Juan Diego Flores u otro artista famoso, cuando ganemos un puto partido de fútbol o nos vaya bien en cualquier otro deporte. Y ¿qué hay de nosotros mismos? ¿No podemos cambiar este puto pensamiento nuestro?

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Cambiando de tema, ya para acabar.
Odio a mi profe de mate. ¡¡¡¡NO ME HACE CASO CUANDO QUIERO HABLARLE!!!!
Una vez fue algo ya extremo. Me acerqué a él porque estaba entregando unas hojas para todos, yo contenta le digo: "Profesor...". El profe no me hace caso y atiende a otra persona. Luego termina con ella y dice: "¿Todos ya tienen la separata?". Yo no obviamente, porque le estaba pidiendo. "Profe, yo...", le digo, pero ni mierda. Se acerca un chico y le pide. El profe le da a él, pero no a mí. "Profe...!", casi grito. Y él, muy pendejo, dice: "¿Alguien me llama por ahí?". Ni me mira, ni nada. Luego se va por otro lado. Yo estaba tan enojada que mejor ya no seguí insistiendo. "Métete tus separatas por donde mejor te entren", murmuré y me fui.
Hoy hice un dibujito de él:

Un muñeco vudú del profe.
Y tiene un alfiler en el bigote. Jajajajaja.
Bueno, más o menos, así es mi profe. Con lentes, bigote y con una ligera calvicie.
Todavía no lo odio tanto, pero si vuelve a hacerme lo mismo, ya mi odio será verdadero.
No, exagero. Pero igual, no me gusta que me rechacen de esa manera. ¿A quién no?
Me voy a dormir.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Bueno eso de alabar todo lo peruano sin importar que sea bueno o malo es la tara de los "politicamente correcto", yo también me doy cuenta de eso.

Ese profe de miercoles, luego dicen que los del SUTEP nomás son mierda ¬¬

Anónimo dijo...

Bueno eso de alabar todo lo peruano sin importar que sea bueno o malo es la tara de los "politicamente correcto", yo también me doy cuenta de eso.

Ese profe de miercoles, luego dicen que los del SUTEP nomás son mierda ¬¬