sábado, 5 de abril de 2008

De Ripley... En busca del teléfono elegido

De Ripley, pero de Ripley's belive it or not, no de esa tienda chilena.
Tiendo a exagerar, por eso no crean que esto es una gran hazaña ni nada por el estilo. No me tragué 40 sables ni hice un salto mortal ni viví sin cabeza por un año, no nada de eso. Lo que pasa es que vencí un record mío. El record de mayor distancia recorrida en la ciudad (OJO... ciudad, porque en zonas rurales he alcanzado a caminar por 4 o 5 horas).
Aunque usted no lo crea.
Como dije en un post anterior:
Caminamos. Me gusta caminar. Caminaría kilómetros sólo para conocer más lugares.

No caminé tantos kilómetros. Quizá sólo un par de kilómetros. Aún no estoy muy segura de cuál es la distancia que recorrí, pero ha sido lo más que he caminado en Lima.
¿Cómo se me ocurrió? ¿Por qué? ¿Qué me había metido? ¿A qué ladrón estuve persiguiendo? ¿Por qué santo estaba peregrinando?
Las respuestas, a continuación:

Salía de la Cato a eso de las 5pm, muy contenta, lalalala, vi a una chica que me dejó más tonta de lo usual y me quedé mirándola. Pero justo, cerca de mí, en la dirección que estaba mirando, había un chico y el wevón pensó que le miraba a él. Puaj.
Bueno. Como decía, salía de la Cato, lalalala, con mi canastita de frutas y dulces, saltando mientras seguía con mi lalalala (obviamente, estoy inventando, ni modo que salga así). Salí por la puerta que está frente a El Comercio y crucé la pista. Entonces me dije: "¿Por qué no la llamas?". Sí, qué buena idea. Solía llamarle los viernes para hablar tonterías y, además, quería escucharla, ya que hacía siglos que no la llamaba. Entonces... lalalala, crucé la pista, en la esquina de El Comercio, y justo al frente hay un teléfono público. Pero me dije: "Na', está muy cerca de un cruce y no voy a poder escucharla bien". Por eso, seguí mi camino por la Bolívar. Lalalala.
Ustedes no van a creer, pero tienen que hacerlo, por qué mierda caminé tanto. Sí, la razón es estúpida y ridícula. Pero prosigo:
Caminé y caminé en busca de un teléfono público. Había muchos teléfonos en tiendas, como es usual, pero yo quería esos teléfonos que están en las avenidas o calles, usualmente en las esquinas, y que tienen como un tablero en donde están los códigos nacionales e internacionales que me servirían como apoyo, para poner mis brazos obviamente. OK, seguí caminando. Lalala. Y no había ningún maldito teléfono público. Luego de caminar no sé cuántas cuadras, recién puede ver un teléfono de aquellos en la esquina. Pero... oh, sorpresa, cuando llegué vi que no tenía ese tablero para recostarme. Entonces me dije que na', no quería ese.
Seguí. Luego vi en la otra acera, un teléfono de aquellos, pero estaba ocupado, así que mejor no crucé y seguí de frente.
Llegué, alucinen, a la Av. Sucre. Ahí había esos teléfonos que yo tanto buscaba, pero, como es una avenida grande, los carros hacen demasiada bulla. No quise llamar desde ahí y seguí mi camino.
Ya no cantaba lalalala ni estaba tan contenta porque sentía un ligero (qué ligero! Era un JODIDO) dolor en el pecho, justo al lado de mi corazón.
Pasé por la Guay, se escuchaba un merengue. Y seguí. Fue alucinante, en todo ese tramo desde la Av. Sucre hasta la Av. Brasil no había ni un sólo teléfono público. Bueno, uno, pero a media cuadra de la Av. Brasil, más o menos. No usé ese teléfono porque justo en esa esquina voltean carros y hacían otra bulla del demonio. Bueno, en ese tramo tuve un "ataque" de no sé qué, pero era un ataque. Podríamos acercar a un "miedo a los lugares abiertos". Solía sentir esos miedos hace algunos años, pero justo en ese momento volvió. Caminaba por un lugar muy abierto, y entonces... sentí un mareo, noté que para llegar de nuevo al lugar estrecho faltaba mucho y me desesperé. Sentí nauseas, hasta incluso hice una arcada, pero no vomité. Caminé lo más rápido posible y llegué al lugar de salvación. Luego ahí, me sentí tranquila. =S
Llegué a la Av. Brasil. Ahí también había teléfonos, pero el ruido de los carros me desanimó. Seguí de frente. Según yo, estaba caminando en línea recta. Jojojo. Caminé por todo Húsares de Junín y no encontré un maldito teléfono. Había locutorios, teléfonos en tiendas o algo así, pero no los teléfonos que yo quería (joder, parezco que tuviese un trastorno). Vi un teléfono público, pero no tenía ese tablero (joder, parezco más trastornada aún). Seguí caminando "en línea recta".
Ya no sabía dónde estaba porque no había letreritos que te decían en donde andabas. Pero sólo supe que no había ni un puto teléfono. Tal vez sea por el nivel socioeconómico del lugar, ya estaba andando por zonas de clase media alta y alta =S.
Mi "corazón" me seguía doliendo. Pasé por el Círculo Militar y el colegio Fanning. Yo andaba más perdida que Marco buscando a su mamá. Caminé y caminé... y vi a lo lejos: "Hospital Edgardo Rebagliati Martins". Oh, sí, ya sabía dónde estaba. Llegué a la Av. Salaverry y caminé como quien se va para el norte ='( Sí, para donde yo vivo. Y en la Av. Salaverry sí había teléfonos públicos con sus tableros y en casi cada esquina.
Me acerqué a uno, pero este puto teléfono regresaba mis monedas ¬¬ Creo que me estaba anunciando: "Pendeja, ¡no llames!". Bien. Caminé más. En la otra esquina, había otro teléfono. Llegué, descolgué el teléfono, marqué el número, esperé a que me contestara y... prff. Su grandiosa frase: "No, no quiero hablar contigo ahora". ¡Clic!.

O sea, recapitulando: Caminé muchas cuadras, buscando un puto teléfono, uno ideal para poder escucharla bien, para decirle: "¿Qué tal?" y hablar sobre tonterías. Todo eso para... ¡NADA! Me cortó a los 5 segundos! Y eso no es todo. No, señores pasajeros, damas y caballeros... Yo, muy IDIOTA, metí una moneda de 2 lucas! O sea, para hablar un tiempo regular (llamaba a celular), pero me colgó a los segundos y... perdí S/. 1.50! Oh, joder. Fue algo demasiado ESTÚPIDO!

Merezco 500 azotes. Caminé por hora y media, y todo para esa pendejada.

JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA
JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA
JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA

Ahhh, me dan unas ganas inmensas de reír al recordarlo. Claro, en ese momento en que me colgó, obviamente no tenía muchas ganas de reír, por al contrario, tenía ganas de llorar. Pero, ahora me da risa por lo estúpida que fui.

Ay, Dionisio mío, no sé por qué soy tan estúpida, si en frente de la Cato hay dos teléfonos públicos (y hasta tres). Jajajajaja.

Aunque usted no lo crea.



2 comentarios:

Unknown dijo...

mmm si a eso se le llama bastante ok
igual ahora ya no camino mucho, es más creo que tengo fobia a caminar por las calles excepto que este acompañado.

Anónimo dijo...

He was walking alone, he was walking the mile... decía una canción que le gusta a cierto amigo...

¿Que jodido no? Mirar a la persona que quieres y que otro sea el que capte esa mirada... me pasó un webo de veces.

A mi también me duele así, pero imagino que es un sai o una flecha que me debo arrancar del hombro :O y me pasa... o sino me jodo.

u_u