martes, 4 de diciembre de 2007

Espero que haya sido un Feliz Cumpleaños

Desde hace rato que quiero ir al...

Bueno, ya casi se acaba el día... Si nos trasladamos a Santiago, ya estaríamos miércoles. Pero este blog es de este bello país, así que aún seguimos 4 de diciembre. Sí, hoy es SU cumpleaños.
Cuando desperté en la madrugada, además de estar confundida por el sonido que había escuchado, me dije que ya era martes 4, su cumpleaños. En serio, fue lo primero que pensé.
Estuve toda la mañana contando las horas y los minutos para por fin poder llamarla. Mi celular sonó en medio de la clase de geometría anunciándome que era SU cumpleaños; yo ya había olvidado que había una alarma para esas ocasiones. En fin.

Cuando la tutora dijo que ya podíamos irnos, me sentí...mejor. A parte tenía ganas de ir al..., fui, pero estaba ocupado y me tuve que aguantar. Lo que pasa es que hay varios baños, pero solo en uno se puede cerrar la puerta... jajaja. Así que caminé de Pamer hasta el puto locutorio que está en la Av. Ángelica Gamarra lentamente, entré al lugar de mierda y ya la chica que atiende me conoce... Me jode que me conozca, o sea, que sepa que voy todo el tiempo ahí. Es el único lugar que cobra 0.50 céntimos por minuto a celulares del extranjero. =O.
Me jode también porque tengo que estar sentada y a mí me gusta hablar por teléfono caminando de un lado al otro. Juro que podría caminar un kilómetro hablando por teléfono.
Hablé con ella... ♪ Sí sabe ella lo que quiero y cuál es mi único deseo: poder tenerla y decirle cuánto la quiero, cuánto la quiero♪

Regresé a mi hermosa casa pensando en ella, casi siempre me meto completamente en mi mente después de hablar con ella, pero un hijo de puta me cagó el momento perfecto: me dijo un piropo. Quería darle una cachetada... era uno de esos que venden pollos en Gamarra, frente al Conzac. O sea... o sea... aghh...
En mi casa, frente a toda mi familia, tengo que fingir felicidad para que no me jodan. Y eso hago.

Mi madre anda diciéndome que quiere llevarme, esta vez, al psiquiatra y mi padre me advierte que no me vuelva a quemar. No lo volveré a hacer: me ha quedado horrible y no vi nada de sangre... Ineficaz.
Pero ya no tengo necesidad de hacerme daño, me siento mejor.
La amo, la amo... y la amo.


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